lunes, 11 de marzo de 2013

Submarinos en la Primera Guerra Mundial

Durante la Primera Guerra Mundial los estrategas militares dieron verdadera importancia a las batallas navales. Primero trataron con modelos que usaban energía diésel y eléctrica pero requerían ser recargados con frecuencia y solo alcanzaban una velocidad máxima de 10 nudos (16 km/h).
Submarino alemán U9(1910).
Bajo el mando de Otto Weddigen, hundió tres cruceros británicos en pocos minutos en septiembre de 1914.
La primera vez que los submarinos militares tuvieron un impacto significativo en batalla fue en la Primera Guerra Mundial. Cuerpos como los U-Boot alemanes actuaron en combate en la Batalla del Atlántico y fueron responsables del hundimiento del RMS Lusitania, lo que recibe buena parte del crédito de la decisión de Estados Unidos de entrar en la guerra.
La capacidad de los U-Boot para servir como máquinas de guerra útiles residía en nuevas tácticas, en su número y en tecnologías submarinas tales como el sistema de energía diésel-eléctrico que había sido desarrollado en años anteriores. Más como barcos sumergibles que como submarinos modernos, los U-Boot operaban primordialmente en superficie usando motores convencionales, usando sus baterías para sumergirse ocasionalmente y realizar ataques. Su casco tenía una sección aproximadamente triangular, con una quilla distintiva, para controlar el oleaje, y una proa distintiva. En 1916, el serbio Konjovic entró en la historia como el primer piloto que destruyó un submarino desde el aire, concretamente un submarino francés en el Adriático. Cuando vio que había supervivientes tras el bombardeo, amerizó su hidroavión y los salvó. Por esta acción heroica, el gobierno francés le condecoró el 14 de febrero de 1968 con un reconocimiento especial por el heroísmo, humanidad y compasión en las batallas marítimas. Todavía hoy hay un retrato de Konjovic salvando a los marineros en la sede oficial de la armada francesa.


 

jueves, 7 de marzo de 2013

Paths of Glory (Senderos de gloria)

Francia, 1916. El ataque suicida del Ejército francés contra las posiciones alemanas en la colina de las hormigas (Ant Hill), un punto estratégico de mortal importancia para el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, se convierte en un fracaso estrepitoso. Para escarmentar a las tropas con un castigo ejemplar, el general Mireau , uno de los principales responsables del ataque, convoca un consejo de guerra: tres soldados elegidos al azar por sus superiores son acusados de cobardía ante el enemigo y se enfrentan a la pena de muerte por fusilamiento.

 

Tanto la película como la novela original están parcialmente inspiradas en acontecimientos reales: la ejecución durante la Primera Guerra Mundial, por insubordinación, de cuatro soldados de la Brigada 119 de infantería del Ejército francés. Las ejecuciones fueron declaradas improcedentes, y los soldados rehabilitados en 1934, tras la reclamación de sus familias, dos de las cuales recibieron una indemnización de un franco, mientras que las dos restantes no recibieron reparación alguna. El comandante de la brigada, general Géraud Réveilhac, dio evidentes muestras de desprecio por la vida de sus hombres. En febrero de 1915, después de tres intentos fallidos de tomar una posición enemiga, ordenó a la artillería bombardear las trincheras francesas para obligar a sus tropas a atacar, a lo que el comandante de las baterías se negó sin una orden por escrito; más tarde, ordenó repetir un ataque aduciendo que ese día no se había alcanzado el porcentaje de bajas considerado como aceptable.
Durante la guerra, el Ejército francés, como los de la mayoría de los beligerantes, llevó efectivamente a cabo fusilamientos por cobardía. Sin embargo, el armazón central de la película es la práctica de ejecutar a soldados seleccionados aleatoriamente, como castigo a las faltas de toda su unidad. Dicha práctica retrotrae a la empleada en las legiones romanas, en las que diezmar consistía en dar muerte a uno de cada diez legionarios como medida disciplinaria. Aunque fue un hecho aislado, también se adoptó en el Ejército francés: la Décima Compañía del Batallón número 8 del Regimiento Mixto de Tiradores Argelinos fue diezmada, el 15 de diciembre de 1914 en Zillebeke (Bélgica), por haber desobedecido la orden de atacar.